Amor, locura y arte. Son las tres palabras que, sin duda, marcaron la obra y vida de escultor francés Auguste Rodin. Fue un escultor francés contemporáneo del impresionismo y considerado como uno de los "padres de la escultura moderna"
Fue precisamente su pasión por el arte el que la que le llevó a conocer a la que, en sus propias palabras, era la mujer de su vida: Camille Claudel. De grandes y llamativos ojos verdes, la joven se convirtió en la musa del artista, a quien, sin embargo, fue incapaz de convertir realmente en la única, llevándola a perder por completo la cordura.
Es cierto que el arte les unió: ella
también era una prometedora escultora aunque es cierto que ha pasado a
la historia por ser la amante de Rodin y no por su obra.
A sus 20 años logró el apoyo de su familia para comenzar a trabajar en
el taller en el que también estaba el que más tarde sería, además de su
mentor, su amante.
Fueron años en los que ella pudo desarrollar sus dotes,
pese a vivir en un momento en el que el hecho de ser una mujer minaba
sus expectativas, pero también una época en el que su relación con Rodin
se tornó en tormentosa.
Él, hombre casado, nunca se planteó dejar a su esposa, al igual que tampoco quiso hacerlo con la otra amante «estable» que ya tenía. Ni el hecho de que Camille se quedara embarazada hizo que el artista cambiara de opinión. Ella abortó y los celos, degradaciones, y presiones terminaron por romper su relación.
Él, hombre casado, nunca se planteó dejar a su esposa, al igual que tampoco quiso hacerlo con la otra amante «estable» que ya tenía. Ni el hecho de que Camille se quedara embarazada hizo que el artista cambiara de opinión. Ella abortó y los celos, degradaciones, y presiones terminaron por romper su relación.
Camille pasó los últimos años de su vida aislada en el psiquiátrico de Montdevergues.
Tras la ruptura entre Camille Claudel y Rodin, este último intentó
ayudarle por mediación de otra persona y obtuvo del director de Bellas
Artes un encargo del Estado. La edad madura
fue encargada en 1895, expuesta en 1899, pero el bronce no fue nunca
encargado y Camille Claudel jamás lo entregó. Fue, el Capitán Tissier,
quien al final, encargó el primer bronce, en 1902.
El grupo evoca la indecisión de Rodin, entre su ex-amante, que saldría vencedora, y Camille que, para retenerle, se inclina hacia delante. Más allá de su historia personal, Camille realiza una obra simbólica que conlleva una meditación sobre las relaciones humanas. Ella misma se protagoniza en los rasgos de un personaje que llama la Implorante, marcando de este modo lo trágico ligado a su destino.
Alcanzada su madurez, el hombre está vertiginosamente atraído por la edad, mientras tiende una inútil mano hacia la juventud. Las figuras desnudas están envueltas en drapeados que acentúan la rapidez de la marcha. Las grandes oblicuas convergen en perspectiva. Así hablaba de ella Paul Claudel: "Mi hermana Camille, Implorante, humillada a rodillas, esta soberbia, esta orgullosa, y saben lo que se desprende de ella, en este mismo momento, delante de su mirada, es su alma".
El grupo evoca la indecisión de Rodin, entre su ex-amante, que saldría vencedora, y Camille que, para retenerle, se inclina hacia delante. Más allá de su historia personal, Camille realiza una obra simbólica que conlleva una meditación sobre las relaciones humanas. Ella misma se protagoniza en los rasgos de un personaje que llama la Implorante, marcando de este modo lo trágico ligado a su destino.
Alcanzada su madurez, el hombre está vertiginosamente atraído por la edad, mientras tiende una inútil mano hacia la juventud. Las figuras desnudas están envueltas en drapeados que acentúan la rapidez de la marcha. Las grandes oblicuas convergen en perspectiva. Así hablaba de ella Paul Claudel: "Mi hermana Camille, Implorante, humillada a rodillas, esta soberbia, esta orgullosa, y saben lo que se desprende de ella, en este mismo momento, delante de su mirada, es su alma".
En un principio la obra de El Beso se encontraba incluida dentro de las esculturas que formarían parte de Las Puertas del Paraíso. Representaba dos personajes de la Divina Comedia de Dante. Francesca y Paolo.
Francisca se enamoró perdidamente del hermano de su esposo, su cuñado Paolo, quién a la vez estaba casado. Rodin representa el preciso momento en el que Francesca y Paolo se besan apasionadamente mientras leían la historia de Ginebra y Lanzarote que él sostiene en la mano; es justo en ese momento cuando los amantes son descubiertos por el esposo de ella quien los manda ejecutar y juntos, cumplen su pena en el infierno.